Las grandes corporaciones han adoptado diversos enfoques. Empresas tecnológicas como Meta o Google, que inicialmente impulsaron modelos remotos o híbridos, ahora están solicitando a sus trabajadores que vuelvan a la oficina varios días a la semana. Amazon anunció en enero que el teletrabajo ya no será una opción. Otras empresas, como SKY Airline, mantienen una flexibilidad total, exigiendo a sus trabajadores solo dos semanas presenciales al año. Sin embargo, el común denominador es que las multinacionales están tratando de equilibrar la productividad con la cultura organizacional y el bienestar de los colaboradores.
Según un informe reciente de JLL, Latinoamérica lidera el regreso a la presencialidad, con un 58% de empresas asistiendo cinco días a la semana. En Chile, esta cifra alcanza el 56%, superando a México y Argentina, pero por debajo de Perú y Colombia. La tendencia indica que hacia 2030 podría consolidarse un esquema de trabajo presencial de cuatro días, acompañado de la descentralización de oficinas. Además, el 62% de las empresas en la región prevé ofrecer espacios adicionales más cerca de los hogares de los empleados, mientras que un 47% contempla remuneraciones adicionales para quienes asistan presencialmente.
Uno de los principales argumentos a favor de la vuelta a las oficinas es la colaboración y la innovación. La interacción cara a cara facilitaría la creatividad, la formación de equipos de trabajo cohesionados, la toma de decisiones y el sentido de pertenencia, aspectos que se verían afectados en el trabajo remoto. Además, algunos líderes empresariales sostienen que la presencialidad ayuda a consolidar una identidad corporativa más fuerte y a acelerar la formación de nuevos talentos.
Por otro lado, los defensores del trabajo remoto destacan sus beneficios en términos de conciliación, reducción de costos operativos y acceso a talento global, pues esto permite atraer talento sin restricciones geográficas. Para muchas empresas, el modelo híbrido se ha convertido en la solución más viable, permitiendo flexibilidad sin perder la conexión entre equipos. No obstante, la falta de una política clara y la resistencia de algunos empleados a volver ha generado tensiones internas y, en algunos casos, renuncias masivas.
Creo que el desafío para las multinacionales está en comprender que el mundo laboral ha cambiado, y luego decidir cuántos días se debe asistir a la oficina. Los empleados valoran más la flexibilidad y el balance entre la vida personal y profesional, y las empresas que no se adapten corren el riesgo de perder talento clave. El futuro del trabajo no está en la imposición de normas rígidas, sino en la capacidad de escuchar, innovar y encontrar un punto medio que beneficie a todos